EUSKADI, CON MUCHO GUSTO

Mi triste rutina ha vuelto, se me han acabado las vacaciones y vuelta al puto trabajo. En fin, ya me queda menos para jubilarme. Aunque bueno, quizás me declaro en bancarrota y toco la puerta de la Casa Blanca (la de Bush) y con un poco de suerte me inyecta los suficientes dólares como para retirarme desde ahora... iluso de mi.

Esta dos semanas he hecho muchas cosas, algunas os las iré contando los próximos días, otras no hace falta que os cuente y las menos (desgraciadamente al ser pocas) no os las contaré.

Pero me quiero centrar en algo que me pasó ayer a eso de las 8 de la tarde. Iba yo triste de mi -en plan quiñí- con Iñigo -también en plan quiñí- en el coche de vuelta a casa tras un fin de semana entre setas, pinares y arañas y me vino a la cabeza el anuncio de la Consejería de Turismo del Gobierno vasco que decía eso de "ven y cuentalo" que recientemente lo han cambiado por "con mucho gusto".

Cuando entras desde Burgos, hay un un tramo de un puñado de kilómetros en los que ya estás en Álava pero enseguida termina y estás de vuelta en Castilla Y León (concretamente en Treviño). Es una especie de toma de contacto previa.

Esos 10 primeros kilómetros de Euskadi son la primera impresión que te llevas. Yo me esperaba un cartel del Guggenheim, publicidad sobre algún restaurante michelinado, o simplemente a una jovencita vestida de poxpolina bailando el arin-arin para dar la bienvenida. Para mi sorpresa, en esos 10 kilómetros me encontré, lo primero con un peaje y una vez pasado el peaje, con un atasco. Somos como somos.